Desde nuestros inicios, hemos apostado por el consumo sostenible, los productos de proximidad y un proyecto de economía circular. Por liderar la recuperación y defensa de los productos artesanales asturianos y darles el lugar que nunca habían tenido en las sidrerías.
Por eso, colaboramos mano a mano con un extenso listado de proveedores de pequeño y mediano tamaño, artesanos en su mayoría, que nos ofrecen los mejores ingredientes, amparados por marcas de garantía de calidad como las DOP e IGP y el sello Alimentos del Paraíso, y que reflejan el mimo y dedicación con el que han sido producidos para que encuentres en nuestra casa el auténtico sabor de Asturias.
Si Asturias puede presumir de ser la mayor mancha quesera de Europa es gracias al esfuerzo y dedicación de nuestros queseros artesanos. Guardianes de la cultura quesera del Paraíso, de la vida rural, de los conocimientos transmitidos de generación en generación. Amantes de la tradición y del trabajo artesanal, y del saber hacer de unas manos expertas que elaboran los mejores quesos asturianos con mimo, sosiego y paciencia.
Una de las tradiciones más nuestras son las matanzas. Auténticas fiestas para la familia y vecinos que se reunían para elaborar embutidos. En esta época, dos oficios cobraban especial relevancia: el matachín, experto en el sacrificio de los animales; y la mondonguera, experta en el arte de los embutidos. Esa tradición y conocimiento sigue viva gracias a los artesanos asturianos, quienes continúan con su labor para ofrecernos los embutidos de siempre elaborados con carne de gochu, y, desde hace algunos años, de jabalí, de ciervo y de vacuno mayor asturiano, pero con ese sabor único del embutido artesanal asturiano.
La zona central de Asturias esconde los tesoros verdes de la tierra. Berzas, tomates, lechugas o repollos que nos recuerdan que las verduras pueden saber a verduras gracias al trabajo silencioso de nuestros agricultores. Pequeños productores que labran el rico suelo del Paraíso sin prisas y sin trucos para ofrecernos el verdadero sabor de nuestra tierra.
Cuna del oficio de ganadero y de la ganadería tradicional extensiva, los valles y montes asturianos son el sustento y cobijo de la Ternera Asturiana IGP. Reses criadas en libertad bajo la atenta mirada de los ganaderos. Trabajadores incansables que reflejan el espíritu del campo, de la Asturias rural. Del amor por aprovechar y recuperar nuestros paisajes, por un sistema de crianza y producción respetuosos con el medioambiente y con los animales que les permite contar con un doble sello de calidad: la IGP y la producción ecológica.
Modelador del paisaje y el carácter asturiano, el Cantábrico es mucho más que el mar de nuestra tierrina. Sus bravas y frías aguas esconden preciados mariscos y pescados que solo con el pundonor y el faenar diario de nuestros pescadores llegan a nuestras sidrerías para que podamos dar vida a los platos marinos y pescados a la plancha o a la parrilla. Delicias gastronómicas que nos trasladan a la Asturias marina, al sabor a salitre y al pasado, presente y futuro de una tierra entregada al Cantábrico.
Ingredientes humildes pero que son el alma de algunos de los platos caseros más representativos de la tradición asturiana como los tortos de maíz, la rapa asturiana, los frixuelos o el pan de escanda. Joyas gastronómicas que habían llegado a desaparecer por el éxito rural hacia las ciudades pero que ahora son señas de identidad de la gastronomía asturiana gracias a las harinas tradicionales elaboradas en los molinos asturianos.
Asturias huele a manzana y sabe a sidra. Porque la sidra forma parte de la cultura asturiana y no podríamos, ni queremos imaginar nuestra tierrina sin esos momentos regados con culetes. Sin nuestras pumaradas, sin las mayadas, sin la preba y sin nuestros llagares y llagareros que contribuyen con su esfuerzo y dedicación a llenar nuestras vidas de momentos inolvidables acompañados de nuestra bebida por excelencia.
El suroccidente asturiano esconde la historia de un vino hecho por héroes. Por viticultores y bodegueros que recogen la uva manualmente, cargan con los cestos a la espalda, en una de las zonas vitícolas más agrestes, para trasladarla a las bodegas y recordarnos que la diversidad es una de las señas de la identidad asturiana. Porque en la tierra de la sidra, se elabora también vinos de excelentes cualidades cargados de personalidad. Unos caldos que reflejan un modo de ver, ser y entender una vida bañada por el aroma del mosto de uva.